Me cansé de caminar
 entre la espinas
 de este lado de la realidad,
 donde las encrucijadas
 sin salida ahogan
 el espíritu
 y quiebran el ánimo
 sin medida y sin compasión.
 No es que me vaya
 a reinventar,
 pero no tengo
 ganas de volver por
 esas calles oscuras,
 y me entran ganas 
 de interiorizar
 únicamente cosas positivas
 o amables 
 como el color de una flor
 o la calidez del sol,
 la tranquilidad del silencio,
 o la nota de una mirada
 cuando el alma
 amanece al otro lado
 de tanta desesperación
 agarrándose
 a cierta simplicidad 
 y aceptación
 de vivir lo poco bueno
 que nos quede aún
 antes
 de enfrentarnos a no inevitable
 de la vida, que ocurrirá
 de todas maneras,
 pues hay cosas que no 
 dependen de uno mismo,
 sino de las travesuras 
 y desventuras de los hados
 que alegres
 vuelan ajenos
 a las trampas del destino,
 lo que dependa de uno mismo,
 vale , se cumplirá,
 lo demás no sé si merece la pena
 tanta preocupación
 ni tanto desasosiego,
 mejor aceptarlo,
 sea tormenta o vendaval,
 tranquilidad o sosiego,
 dicha o desolación. 
