lunes, 25 de noviembre de 2013

relato negro


Avelino, cansado y aburrido de sí mismo, decidió empezar a cavar su propia tumba.

Era propietario de una vasta red de cortijos, a cual más ancho y luminoso.

Y cada noche aprovechando que toda su familia dormía , cogía un pico y una pala para empezar a cavar el póstumo hoyo...


Nadie sospechaba de este divertimento, que tan buenas horas le había pasar, nadie, ni siquiera los árboles de sus vastos terrenos imaginaban el por qué de su actitud.

Y simplemente le acompañaban amablemente en su trabajo hasta casi la hora del amanecer.


Y cuando por la mañanas aparecía feliz pero con cara de cansado, siempre decía lo mismo: !qué buen día hace¡¡¡, me iré a trabajar y luego me echaré una buena siesta¡

Porque el pico y la pala ya estaban otra vez escondidos, lejos del mundo, y solamente el viento de la noche los vigilaban...

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