La noche me ha comido
toda la luz,
y ahora dentro de mis manos
abro estrellas,
que sonríen
a otros corazones,
sin embargo,
me han nacido rosas transparentes
que siquiera se ven,
al lado de los abismos
que constantemente atravieso
para llegar hasta ti,
y chocar con el frío muro
de tu ausencia,
me regalas constantemente espinas,
nubes negras,
y chaparrones de realidad,
ya no hay sonrisas para ti,
porque se las comió la noche.
Tampoco hay alas que regalarte,
sólo veo valioso de regalarte
mi silencio,
y siquiera soy capaz de fabricarlo
con el sonido del viento
constante
en mi corazón helado y roto.
Taparé la gruta de entrada
al infierno
con un ramo de rosas azules,
y te esperaré al otro lado del desierto
que habito, despojada de ropa , agua y abrigo.
La muerte estará conmigo
cuando me encuentres,
Ella te sonreirá,
cuando me veas inmóvil
convertida en cemento gris.
El infierno es un lugar,
donde charlar con miles de demonios,
el cielo parece aburrido
a su lado,
con tanta felicidad,
y sin embargo guardo un trocito
de cielo para ti
dentro de mi corazón
que siquiera sabes que existe,
que siquiera ves, con tus gafas negras
de desilusión,
mi único regalo
para cuando llegues a mi tumba,
y me sientas muerta,
es un suspiro de amor
que nunca llegaste a oir,
lejos, y acomodada
dentro de mi infierno,
no escucharé tu alma ya.
No escucharé nada,
únicamente mil diablos
intentando charlar,
con los restos de mi infelicidad.