Él me miró, yo le miré , pero no nos estábamos mirando a los ojos.
Pasó un ángel y se llevó nuestra mirada al cielo, luego vino el Demonio y nos dijo Adiós, ojalá no os hubiera conocido nunca...
Y se fue pitando de allí, como si no nos conociese de nada.
Luego la soledad nos invadió y cada uno se fue a solas con sus bellos sentimientos a darse un paseo por el ancho mar de nuestras alejadas Almas.
Sólo que el mar estaba en plan egoísta, y solamente quería estar a solas con su orilla, y nos echó de allí a patadas a los Dos.
Más tarde, unas tristes gaviotas se reían de nuestros corazones, y el mar, nada sin decir nada, tan tranquilo con su Orilla.