El niño aquel, era un vigía casi perfecto, vigilaba los pasos de ella día a dia y noche a noche, hasta que por fin decidió ponerle una zancadilla a la pobre de la muertita para que se terminase de morir, pero ella estaba tan viva que ni se cayó, ni se murió, ( así es la muerte, siempre anda muy despierta por donde camina...), y nunca se muere...
Esto que acabo de escribir no lo entiendo ni yo¡
MEJOR.
Un beso.
Bueno, Feliz Navidad a todos los que pasen o se atrevan o tengan tiempo de pasarse por aquí, y sino pues también.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Con mucho Cariño para el Mundo.